miércoles, 12 de agosto de 2009

OIR NO ES LO MISMO QUE ESCUCHAR


ES MUY IMPORTANTE ESCUCHAR CON ATENCIÓN Y CARIÑO A NUESTROS HIJOS

Aunque el mundo esté lleno de personas podemos sentir una gran soledad. La gente suele tener poco tiempo y mucho estrés como para pararse a escuchar a los demás. Todos, tanto adultos como niños, necesitamos que nos escuchen, necesitamos saber que le importamos a alguien y que interesa lo que decimos.

APRENDRE A ESCUCHAR

Escuchar parece sencillo, pero en realidad no es tarea fácil. No todo el mundo sabe hacerlo. No es lo mismo oír que escuchar. No basta con esperar a que el otro termine de hablar sin interrumpirle, es necesario querer escucharle. Hay que prestar atención no sólo a sus palabras, sino también al mensaje que transmiten sus silencios, sus gestos, sus ideas, sus preocupaciones, sus sentimientos…su persona. Hay que escuchar de verdad y con cariño a nuestro hijo.

SIEMPRE TIENEN ALGO QUE DECIRNOS

Geralmente, preferimos hablar nosotros a escuchar lo que nos dicen, lo cual, además de ir en detrimento de la comunicación, no es correcto socialmente. Quizás pensemos que nuestros hijos no tienen cosas importantes que comunicarnos, pero seguro que a ellos si le parecen trascendentes. Cualquier niño, por pequeño que sea o aunque tenga limitaciones, siempre tiene algo suyo que decirnos, si es que sabemos escucharlo.

PREPARAR LA ESCUCHA

En primer lugar, hay que procurar que el ambiente no sea un obstáculo y evitar las situaciones que puedan distraernos (TV, radio, lectura, etc.), las continuas interrupciones o las prisas.
Es importante invitarles a hablar, sobre todo a los niños que les cuesta un poco más comunicarse. Una buena forma de comenzar puede ser una pregunta abierta.Por otra parte, enriquecer su expresión oral hará que aumente su capacidad de comunicación. Cuando percibamos sus emociones y sentimientos a través de sus posturas, tono de voz, gestos…, es conveniente ofrecerles las palabras adecuadas para que puedan expresarlos.La actitud de “escuchador” activo también ayuda, pero sin interrumpir ni aleccionar. Asentir, aclarar, responder, preguntar… les hará sentir que nos importa lo que nos cuenta. Pero darles siempre nuestra solución inmediata como única opción no suele resolver el problema y nos coloca en un plano de superioridad innecesario. Es mejor darle pistas para que sea él mismo el que tome sus decisiones. Escuchémosles como desearíamos que nos escucharan a nosotros.

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